Opinión sobre por qué los alumnos en su mayoría están en contra de poner la cámara en las clases telemáticas.
La pandémica situación que,
por desgracia, nos ha tocado vivir, puso desde el primer momento todo patas arriba.
Obligados a permanecer en casa durante varios meses, todas nuestras costumbres y rutinas se pararon de un día para otro. Sin embargo, el avance tecnológico de
los últimos años nos permitió que la gran parte de los trabajos y actividades,
entre ellas la enseñanza, se pudieran desarrollar desde nuestras casas. En este
artículo en concreto, hablaré sobre la educación y algunas de las consecuencias
que resultaron de los cambios que se produjeron de cara al curso escolar debido
al Covid-19.
Muchas eran las dudas
que se sembraron durante el verano de 2020. En el telediario escuchábamos palabras
como telecolegio, cámaras en las clases, semipresencialidad etc. Finalmente, en
el IES Las Musas se optó por una asistencia semipresencial, contando con
cámaras en las aulas que permitiesen a la mitad de los alumnos seguir las
clases a distancia. Esta conexión consiste en una videollamada online normal y
corriente. Sin embargo, desde el primer momento, entre los alumnos parecía
respirarse un ambiente de negación a mantener las cámaras encendidas desde sus
casas.
Reflexionando sobre esta
cuestión considero que, en parte, se puede justificar. Hay un motivo muy sencillo,
y es que, cualquier persona que vea una clase online se dará cuenta de que no
está planteada para ser online. Me explico; mientras una mitad de la clase está
en casa conectada a la llamada, la otra está de manera presencial, en el instituto.
Esto provoca que la clase telemática se convierta en simplemente, visualizar la
explicación enfocada los alumnos de clase. Estar cada uno en sus domicilios implica,
al fin y al cabo, ser “víctimas” de las distracciones propias de un ambiente
que no es educativo; y por eso mismo, requiere una atención y métodos de
enseñanza distintos para así, captar la atención de los alumnos, y que
subjetivamente considero, aún no se han alcanzado.
Fortaleceré este
argumento con un ejemplo que he vivido yo misma: Cuando se da la ocasión de
conectarse a una clase en la que todos los estudiantes nos encontramos en casa,
personalmente tengo la sensación de que ha sido una explicación mucho más atenta
y ajustada a las necesidades que requiere la enseñanza telemática. Sin embargo,
como esto se da muy de vez en cuando, la mayoría de las veces, las clases online
se convierten en voces de fondo, y lo que menos te apetece es tener una cámara que
te obligue a permanecer en una silla escuchando algo que realmente no capta tu
atención; pero no por culpa del profesor, ni mucho menos, sino porque los alumnos
de clase, y los que están en casa, constan de diferentes necesidades y atenciones,
que yo, desde mi opinión, considero incompatibles.
También es verdad, que
existen otros motivos que ya dependen más especialmente de cada alumno y de la
disciplina o el compromiso que muestre hacia las clases. Es evidente, que nuestra
obligación sigue siendo conectarnos a las clases, pero muchos, aparte de eso,
eligen hacer otras actividades mientras tanto: dormir, desayunar etc. Por ello
mismo, no querrán activar la cámara del ordenador, pues pueden hacer lo que realmente
quieren sin sentirse “vistos” ni sancionados por parte del profesor.
En conclusión, considero
que el alumno debe tener el derecho de decidir si quiere poner la cámara o no, pues
es su intimidad lo que se invade de lo contrario. Entiendo que no se puede
exigir a un alumno atender con la misma atención desde un lugar que para nada
es un instituto, pero, sin embargo, confiando en la responsabilidad individual
de cada uno, comprendo que nuestro deber y compromiso es esforzarnos por ello.
Por suerte, esta
situación será puntual, y espero que finalice muy pronto.
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