Crítica a la clase de filosofía

Empezando por que soy una persona que a la larga se acuerda de los detalles más insignificantes que podamos imaginar, diré que recuerdo el primer día de clase de filosofía cómo si hubiese sido ayer. Enrique entró por la puerta de atrás de la clase (que por entonces estaba abierta), trajeado y con el famoso maletín en la mano, se dirigió a la siguiente puerta por el interior de la clase, miró a un lado y a otro de ella y la cerró. Yo sin duda alguna, me dejé llevar por lo que un tiempo después dimos en el temario; los prejuicios. Nos sentamos y el profesor dijo: “Sólo quiero que a partir de ahora, todo, absolutamente todo lo que os hayan dicho de mí, lo olvidéis”. Cuando estaba contando lo típico que se dice en una primera clase, yo recuerdo estar pensando en lo aburrida que sería es asignatura, teniendo en cuenta la experiencia que tenía y lo que hasta ese momento sabía de filosofía por asignaturas como ética; Me bastaron dos días para comprobar que estaba muy equivocada.
Si alguna conclusión he sacado en claro de este curso, es que el interés del alumno depende principalmente de la actitud y el método de enseñar del profesor. Era la asignatura que más temía, pues nunca me había llamado la atención; la veía aburrida y completamente prescindible. Sin embargo, he necesitado muy poco tiempo para cambiar de opinión. Filosofía durante este curso se ha convertido en mi asignatura favorita. Considero que el método de explicar y dar la clase es inmejorable; siempre hemos llevado un ritmo tranquilo, con un único objetivo: Entender lo que estábamos dando. Era un espacio donde todos nos sentíamos a gusto y dónde hemos podido cuestionarnos muchas cosas sin ningún problema. Al fin y al cabo, creo que eso ha sido lo “más bonito” de este año; tener un espacio donde realmente se fomentaba reflexionar y aprender a tener una actitud crítica.
No podría poner ninguna pega. Ha sido un curso genial, donde siempre hemos estado con un buen ambiente, pero también donde se nos ha llamado la atención cuando ha sido necesario. Sólo tengo palabras de agradecimiento hacia el profesor, por haberme enseñado el verdadero valor de la filosofía y por haberme aguantado como alumna; con todas mis intervenciones y comentarios sin sentido que muchas veces hacía.
He disfrutado muchísimo, y me da rabia no haber podido terminar el curso de una forma “normal”, pero lo aprendido lo seguiré aplicando a mi vida durante mucho tiempo más.

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