FILOSECCIÓN

La situación que estamos viviendo debido al Coronavirus ha obligado a tomar una serie de decisiones que han cambiado la forma de realizar nuestras rutinas; ya sea ir al trabajo, estudiar... Hemos visto cómo en cuestión de meses, las empresas (siempre que han podido) han adaptado todo lo necesario para teletrabajar, al igual que ha ocurrido en la mayoría de los institutos y universidades. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que se han puesto para que e ste sistema funcionase cuanto antes, parece que hay muchas opiniones que ponen en duda la efectividad del “telecole”. Bajo mi punto de vista considero que no tiene ni punto de comparación una cla se online que una presencial. El principal argumento que expongo para defender mi opinión es que acudiendo a una clase presencial el alumno cuenta con el “clima” que impulsa al aprendizaje. Dentro de una clase no tienes más opción que atender, y en el caso de desconectar, verás que no puedes hacer otra cosa que no sea volver a “engancha

En mitad de una pandemia como la que estamos viviendo, los gobiernos se ven obligados a decretar una serie de medidas que invaden muchos de los derechos individuales. Así, en el caso de España, lo que se ha decidido es ordenar el llamado Estado de Alarma, que permite limitar derechos como el de libertad de circulación y movimiento, y por lo tanto poder aplicar las medidas pertinentes, como puede ser el confinamiento domiciliario, perimetral, toques de queda etc. Ante este tipo de decisiones, son muchas las personas que reaccionan debido a concebirlas como un tipo de “abuso” por parte de los dirigentes. Ahora que ya hay vacunas contra el Coronavirus en el mercado, surgen muchas opiniones ante el dilema de si ésta debería hacerse obligatoria. En primer lugar, una cuestión así, creo que tiene que ser estudiada de una manera en la que el único objetivo sea beneficiar a la mayor cantidad de personas posible. Muchas podrían pensar que se trata de una limitación de su libertad, y de hecho e